Feijóo se prepara para defender su programa en una investidura crucial, enfrentando desafíos políticos en un escenario lleno de incertidumbre.
El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, ha anunciado su decisión firme de presentarse a la investidura como candidato a la Presidencia del Gobierno, a menos que el actual presidente en funciones, Pedro Sánchez, logre reunir los apoyos necesarios para asegurar su investidura antes de la ronda de consultas con el Rey Felipe VI. A diferencia de otros casos recientes, en el PP se ha consensuado que sería un error seguir el ejemplo de Inés Arrimadas, quien renunció a su investidura en Cataluña al no contar con los votos suficientes y enfrentarse así a una derrota segura.
La estrategia del Partido Popular será mantener una presión constante y resaltar en todos los ámbitos públicos que ellos son la lista más votada, utilizando la investidura como un foro para presentar en detalle su programa electoral y cuestionar de manera directa al PSOE si están dispuestos a conceder la independencia a Cataluña, un tema candente que sigue siendo motivo de controversia en el panorama político español. Junts, por su parte, ha dejado claro que su postura se mantiene firme, insistiendo en la amnistía y la autodeterminación como condiciones inquebrantables.
Por otro lado, el PSOE ha decidido vetar cualquier posibilidad de diálogo con el PP, amparándose en la excusa de que, para que exista una ecuación favorable, también serían necesarios los votos de Vox. Aunque esta decisión no ha sorprendido al PP, sí ha generado cierto malestar debido al sonoro portazo que también ha dado el PNV a la opción de dialogar.
A pesar de las críticas provenientes de sectores de la izquierda y algunos recelos internos dentro del propio PP, Feijóo se mantiene firme en su postura y no abandonará la idea de su investidura. Cuando el Rey inicie la ronda de consultas, una vez que se haya celebrado la sesión de apertura de la Legislatura -como muy tarde a principios de septiembre-, Feijóo no dudará en presentarse como candidato a la Presidencia del Gobierno, salvo que antes, como se mencionó anteriormente, Pedro Sánchez logre los apoyos necesarios. Cabe recordar que en 2019, la primera sesión de investidura se llevó a cabo un mes después de la constitución del Congreso de los Diputados, por lo que los plazos de negociación son limitados y existe la posibilidad de que los españoles se vean llamados nuevamente a las urnas para la próxima Navidad si no se forma gobierno.
El gobierno en funciones parece tener la estrategia de desgastar a Feijóo, dejándolo enfrentarse solo al Congreso, únicamente con el apoyo de Vox. Sin embargo, esto representa un riesgo para el PSOE, ya que permitiría que el candidato popular enfrente a sus socios con la caricatura de sus posturas y destacar así la amenaza que, según el PP, representa el partido gobernante para la estabilidad del país.
Mientras tanto, el debate en el PP se mantiene en calma, con una postura clara y unida en torno a Feijóo y su liderazgo. El principal escolta de Feijóo es el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, quien coincide con otros líderes autonómicos en resaltar que sería una grave irresponsabilidad que Feijóo abandonara el partido después de haber obtenido una victoria electoral, ya que esto sumiría a la formación en una profunda crisis de identidad en un momento político y electoral crítico para el país.
Este sentimiento se extiende desde Andalucía hasta Castilla y León, y también cuenta con un fuerte apoyo en Madrid, donde se sigue con atención el papel de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la comunidad, aunque hasta el momento, se mantiene alineada con el sentir mayoritario.
En resumen, Feijóo se prepara para defender su programa en la investidura y no tiene intención de abandonar la dirección del PP, a menos que las circunstancias políticas cambien drásticamente. Mientras tanto, el partido se mantiene firme en su postura y busca aprovechar la investidura para poner de manifiesto su programa y cuestionar las posturas del PSOE respecto a Cataluña. La situación sigue siendo incierta, y los plazos ajustados pueden llevar a que los españoles se vean convocados nuevamente a las urnas si no se logra formar un gobierno en el corto plazo.