El reconocido festival musical Mad Cool concluyó en medio de un desorden considerable. Los asistentes experimentaron serios problemas para salir del lugar, con los servicios de transporte público y privado luchando para satisfacer la demanda. A pesar del plan de movilidad previsto, la clausura del festival, que se celebró en un espacio entre Villaverde y Getafe, estuvo marcada por largas filas de personas aguardando taxis y vehículos de alquiler.
Las circunstancias fueron particularmente difíciles para quienes habían reservado un coche a través de plataformas como Uber, Bolt o Cabify. La multitud de asistentes en busca de su transporte generó un escenario de caos que culminó, a menudo, en frustración, a causa de bloqueos de tráfico y largas demoras que obligaban a los conductores a cancelar sus servicios.
El plan de movilidad diseñado por el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid no contempló refuerzos para el festival. A pesar de que la mayoría de los asistentes lograron llegar al evento sin grandes contratiempos utilizando el metro, autobuses y trenes, quedó al descubierto la carencia de una estrategia más sólida para gestionar la gran afluencia de personas.
Inconformidad de los vecinos
Más allá de los problemas de transporte, el ruido producido por el festival se convirtió en otra fuente de preocupación importante para los residentes locales. A pesar de las promesas de la organización de Mad Cool de minimizar la contaminación sonora, algunos vecinos experimentaron molestias significativas. Este inconformismo se extiende a futuros eventos que se celebrarán en el mismo lugar.
En definitiva, aunque el festival Mad Cool es un imán para miles de amantes de la música, ha quedado evidente que se requieren medidas más efectivas para manejar la logística y reducir el impacto en la comunidad local.
