El fósil, de nueve metros de largo, ofrece pistas sobre cómo pudo evolucionar el ictiosaurio, conocidos como «titanes marinos».
Los ictiosaurios vivieron a la vez que los dinosaurios, pero estos reptiles marinos eran seres totalmente diferentes. Evolucionaron a partir de reptiles terrestres durante el período Triásico, hace más de 246 millones de años. Con el tiempo, los ictiosaurios consiguieron tornarse más estilizados y parecidos a los peces. Gracias a esto, diversas especies surcaron los mares hasta hace unos 95 millones de años.
Muchos ictiosaurios tenían un tamaño muy parecido al de los tiburones actuales y se alimentaban de peces, calamares y otros animales marinos pequeños. Algunos eran depredadores de alto nivel capaces de devorar a otros reptiles marinos de gran tamaño. Hasta ahora, los mayores ejemplares de los que se tenía constancia eran del Triásico, hace entre 250 y 201 millones de años.
Pero el nuevo fósil es geológicamente más joven, datado en unos 180 millones de años, y ya era totalmente gigante.
El fósil de ictiosaurio demuestra la evolución de un monstruo marino
El ictiosaurio todavía está en proceso independizarse de la roca en la que estaba encerrado. No obstante, ya se han tomado miles de fotografías que constituyeron la base de un modelo 3D de los huesos.
En la actualidad, se cree que el esqueleto pertenece a una especie de ictiosaurio llamado Temnodontosaurus trigonodon. Esta especie se conoce principalmente por huesos aislados encontrados en las rocas del Jurásico de Alemania. A principios del Jurásico, hace unos 180 millones de años, estos reptiles podrían haber sido los mejores depredadores marinos de la Tierra.
Otro ictiosaurio podría incluso haber intentado alimentarse de este fósil. Los excavadores encontraron varios dientes aislados alrededor del esqueleto, lo que indica que podría haber sido víctima de un carroñero.
«Se encontró un diente grande junto a la zona en la que parece haberse arrancado parte de la cola», declararon. Este detalle sugiere que otro ictiosaurio se acercó para hurgar aprovechar los restos del cadáver.
Fuente: National Geographic