El Parlamento Europeo ha aceptado la propuesta de la Comisión Europea de incluir el gas y las centrales nucleares dentro de la categoría de energía verde.
Con la toma de esta decisión, ambas tecnologías se equipararán a las energías renovables como la eólica o la solar, pudiendo recibir ayudas económicas como colaboradores contra el cambio climático.
El cambio en la taxonomía verde ha contado con el rechazo de varios partidos ecologistas, la comunidad científica y los grupos ambientalistas. Todos ellos consideran que ninguna de las dos tecnologías puede considerarse como energías verdes.
WWF y Greenpeace también han pronunciado su intención de llevar esta nueva normativa ante el Tribunal de Justicia de la UE, ya que consideran que esta decisión no cumple con los objetivos del Acuerdo de París.
¿Qué son las energías verdes?
Estas energías no contaminantes provienen de fuentes totalmente renovables: el sol, el viento o las corrientes de aguas. Estas energías, al ser limpias, no afectan al medio ambiente y son más sostenibles. De igual forma, son esenciales para llevar a cabo la descarbonización.
Gracias a su leve impacto medioambiental, juegan un papel clave en la transición energética. Esto significa que ayudan a cambiar los modelos de producción, distribución y consumo de energía para convertirlos en modelos más sostenibles.
Estas energías son una alternativa a las energías no renovables, como el petróleo o el carbón, y ayudan a combatir el calentamiento global. Además, pueden garantizar la independencia energética de los países, ya que este tipo de energía se obtiene de materias primas renovables que se encuentran en casi todos los puntos de la Tierra.
La energía nuclear y gas: ¿son realmente respetuosas?
Durante el mes de enero, varios expertos asesores de la CE publicaron un informe en el que rechazaron la decisión de etiquetar el gas y la nuclear como energías verdes.
Sus argumentos fueron varios. Si bien es cierto que el gas supone algunas mejoras respecto al uso del carbón, es igualmente un combustible fósil. Por tanto, su uso y extracción genera grandes emisiones de efecto invernadero, las cuales son perjudiciales para el medioambiente y aceleran el calentamiento global.
Por el otro, aunque la energía nuclear no produce apenas emisiones de gases de efecto invernadero, los riesgos de los residuos radiactivos son demasiado altos para la protección y restauración de la biodiversidad y ecosistemas del mundo.
Fuente: La Vanguardia